Hoy al menos una funcionara oficial los avaló en su discurso, la secretaria de Ambiente Romina Picolotti expresó que la expansión de la sojización: “No sólo es un enorme daño para el suelo sino para los pueblos originarios que viven en esa zona y que están siendo expulsados. Son 140 mil pobladores cuya cultura depende de los bosques naturales”. Para Perfil se trató de una "demonización de la soja" mientras que para Página 12 fue una exposición de los "daños ambientales" producidos por el monocultivo.
La quinta posición. Este último matutino es, como de costumbre, el que más informa acerca de la posición de los pequeños productores, quienes ya habían expuesto desde el comienzo su postura contraria al lockout y los cortes de ruta. Hoy Página 12 publicó en el artículo "El campo era otra cosa" el testimonio de Osvaldo Lovey de las Ligas Agrarias de Chaco, quien expresó que "apoyamos el esquema de retencioens móviles pero con reintegro" y de Beatriz Centeno, campesina jujeña que manifestó: "Nada que sale de lasoja queda en neustros pueblos".
En un recuadro se manifiesta la iniciativa en la que "el 90 por ciento de los movimientos campesinos e índigenas" participa de la conformación de una mesa coordinadora que permita representar a "150 mil pequeños productores dedicados a la producción de alimentos y a cultivos regionales". Para Lovey: "Este segmento de productores es el que tiene las mejores condiciones para asegurar la soberanía alimentaria. En otros países son los que generan los mayores volúmenes de alimentos. En la Argentina, en cambio, estamos abandonados a nuestra suerte".
Desde el Foro de Agricultura Familiar habían definido: “No estamos en contra de nuestros compañeros, sí de los que hacen agronegocios. La agricultura familiar es la diversidad de la producción, la diversificación y no el monocultivo. La tierra tiene que ser un bien social, para que en el Conurbano puedan cultivar y vivir como lo hacían muchos productores en sus pueblos de origen”. En este artículo de Página 12, se narra la crónica de cómo varios diputados no siguieron a esta otra voz del campo, pidiendo con nerviosismo tratar solo el tema de las retenciones.
Economía ecológica y ambiental. Para Carlos Vicente de GRAIN puede aplicarse la metáfora del síndrome de Estocolmo, ya que hay quienes actúan como secuestradores que enamoran a sus rehenes: "son las grandes corporaciones del agronegocio que tienen maniatada a toda la sociedad argentina". El GRR agregó: "Las evidencias técnicas de las últimas década indican que al ritmo del crecimiento de la agricultura actual, en apenas una generación nos quedaremos sin tierras agrícolas, es decir, con suelos incapacitados de seguir produciendo alimentos en calidad y cantidad para nuestro pueblo".
En un profundo documento, este grupo argumentó sobre la necesidad social de pensar en el ecosistema suelo, tan importante como el de los bosques, en donde la fertilidad se produce a través de la convivencia de nutrientes, con lombrices y microorganismos que la agricultura química amenaza. Por su parte, Picolotti precisó el pasivo ambiental de la sojización, como Página 12 se encargó de indicar: "por deforestación el pasivo alcanzó a 763.200.000 dólares; por erosión de suelos 852.800.000 dólares; por extracción de nutrientes, 1.283.773.820 dólares; y por la captación de carbono un monto de 1.562.400.000 dólares".
La sociología. En un reciente artículo en La Vaca, Norma Giarracca, del Grupo de estudios de Sociología Rural de la UBA, explicó el nacimiento del modelo del agronegocio que introduce la lógica financiera: "La semilla transgénica, modificada para resistir a los herbicidas, se siembra y luego se fumiga el campo con glifosato, un agroquímico que arrastra con todas las malezas y también con toda la biodiversidad, menos con la soja. La labranza cero lleva a que se necesiten muchísimos menos trabajadores por hectárea. Sin pagar mano de obra, contratando servicios a determinada escala de producción, son cultivos que rinden muy bien. Los chacareros y productores que venían de la época del endeudamiento, de precios internacionales muy bajos, entran en el modelo".
La especialista ya había expresado que "los últimos dirigentes de FAA –Bonetto y Buzzi– se equivocaron y desoyeron críticas que hacen los ambientalistas, la agroecología, Vía Campesina, entre otros, al nuevo modelo neoliberal para el campo, bajo el supuesto de que con él `salvarían´ al sector". Y explicó en su artículo sobre el Grito de Alcorta: "El capitalismo concentrador no acepta en sus producciones de punta la pequeña propiedad como pasaba hace casi un siglo. Sólo bajo las coordenadas de otro modelo agrario, para la soberanía alimentaria, y sin las fabulosas ganancias actuales, podrá sobrevivir como sector y reconciliarse con otros sectores subalternos del campo argentino".
Su última reflexión debe ser tenida en cuenta: "Creo que desde una posición progresista no hay que pedir retenciones, sino un cambio del modelo sojero. Ellos crearon un Frankestein, se hicieron socios de un monstruo que les hizo creer en la idea del desarrollo. El gobierno dice que con las retenciones enfrentan a la soja, pero el Estado y el agronegocio son socios. Si el gobierno los grava es para convertirse en socio de sus ganancias. Hay que volver a la idea de producir alimentos, porque en este país hay diez millones de personas sin alimentos".
¿Cuestión de dinero? Otra de las noticias de hoy consistió en que la Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario (ONCCA) intimó a las empresas exportadores el al fisco de 650 millones de pesos de retenciones mal liquidadas. El monto es una parte de los 1.447 millones de dólares que según la denuncia de los diputados Claudio Lozano y Mario Cafiero por "defraudación al fisco practicada por los exportadores y pagada por los productores", que es parte de la especulación del modelo de los agronegocios.
Para el Consejo Asesor Indígena: "Desde hace más de tres meses venimos asistiendo como meros espectadores a una confrontación entre el Gobierno y sectores del capital agropecuario que debería incluirnos en primer término, ya que la pelea de fondo es por el acceso y el reparto de las multimillonarias ganancias que extraen del territorio ancestral indígena (...). La defensa de nuestro territorio ancestral la hacemos y seguiremos haciendo desde esa cosmovisión, en la que no es posible escindir la vida del pueblo de la de los recursos naturales; mucho menos el suelo, el subsuelo, el espacio aéreo y sus respectivas rentas que ofenden y mansillan al wall mapu".
Por todas las voces expuestas, es necesario analizar la complejidad que encierra el conflicto de "el campo" que implica analizar cómo y para qué se va a utilizar el ecosistema tierra como un bien social. El argumento socioambiental implica aplicar un criterio de justicia que responda a una agricultura con campesinos para la soberanía alimentaria y la salud de la población.
Ver también: 17/4/08 - Día de los campesinos, la otra agricultura
Ver recuadro: La posición del Taller Ecologista